miércoles, 3 de noviembre de 2021

El Destierro de Calibán, por Iván de la Nuez

 


 

El Destierro de Calibán

Iván de la Nuez

1996

I

«Los cubanos harían bien en ser afrancesados

Así habló Sartre.

Fue en 1960, y en la Habana revolucionaria, donde valoró como una ventaja ese afrancesamiento –real o imaginado– de los intelectuales cubanos. Al menos eso «les alejaba de Estados Unidos», pensó entonces. Tal vez sin proponérselo, el escritor francés acertó con la clave que había pautado las controversias latinoamericanas en el siglo xx. La batalla entre Próspero y Ariel, entre el pragmatismo y la espiritualidad, entre la cultura de masas y la «alta cultura», entre el surrealismo y el pop, entre el kitsch pro-europeo del gusto oligárquico de los años treinta y el kitsch pro-norteamericano de la cultura de clase media en los años cincuenta.

Como el resto de la cultura latinoamericana, la cubana también ha mirado alternativamente hacia Europa o Estados Unidos a la hora de construir su modernidad. Esta encrucijada, basada en los arquetipos shakespearianos de La tempestad, ha sido reafirmada con la Revolución. Desde ésta, el sujeto histórico de la isla ha aparecido a menudo identificado con Calibán, paradigma de la barbarie y rebelde ejemplar, siempre necesitado de optar entre el pragmatismo poscolonial norteamericano (Próspero), o el colonialismo espiritual europeo (Ariel).

Odiando a ambos y necesitando a ambos.

Gracias al influjo de la Revolución cubana, Calibán llegó a convertirse en un prototipo caribeño, compuesto en tres lenguas por Roberto Fernández Retamar, Kamau Brathwaite o Aimé Césaire. Todo esto identificó a la izquierda cultural desde los años sesenta, y aún recorre buena parte de los presupuestos multiculturales en Estados Unidos, tan propensos a «barbarizar» la cultura latinoamericana –y cubana– en sus reivindicaciones.

El propio arte cubano ha persistido en acentuar la barbarie implícita de su cultura y en identificarse con Calibán, el isleño a quien Próspero arrebatara la isla y le impusiera su lengua. Desde que Roberto Fernández Retamar lo echara a navegar en 1969 (aunque como libro Calibán fuera editado en 1971), y lo reciclara sucesivamente hasta 1991 –curiosamente, el año en que comienza la llamada diáspora del arte contemporáneo cubano–, median tres décadas de una cultura que ha mirado con avidez a Europa o Estados Unidos para reconstituir sus arquetipos, emprender sus proyectos y componer las armaduras para su viaje por la modernidad.

La fuerza de este paradigma es tan poderosa que incluso muchos intelectuales cubanos que salen al exilio lo renuevan continuamente. No importa que algunos de éstos hayan sido, en La Habana, francófilos, posmodernos, urbanos, «descontextualizados». No importa, siquiera, que hoy desbarren políticamente del régimen cubano. A la hora de establecer la compra-venta de identidades «exóticamente correctas» que impone la Europa posmoderna, muchos regresan al arquetipo del cual reniegan ideológicamente, pero cuya rentabilidad cultural no deja lugar a dudas. A partir de ahí, esa fórmula en la que la cultura cubana queda resumida en recetas de cocinas, iconografías afrocubanas –oportunamente traducidas al gusto de estos paisajes– y poco más.

Estos artistas cubanos de la era posmoderna han descubierto que Calibán es un compañero efectivo para implicarse en el Primer Mundo, pero no a las viejas maneras. Es precisa su gestualización para entrar en eso que Lyotard ha llamado una moralidad posmoderna: aquella en la que podemos acudir a contemplar nuestras peores catástrofes en un museo.

Este ensayo se propone un camino diferente. Intenta eludir lo que nos viene dado en La Tempestad; en el círculo vicioso de una isla que se consume, sin salida, en las querellas entre la rebeldía, el poder y la alta cultura. Es decir, se resiste a la idea de un Calibán al que sólo le queda «maldecir en lengua ajena», enfrentado a un Próspero que, además de su enemigo, comienza a ser la razón de su existencia. En esa cuerda, se utiliza aquí otro recurso shakespeariano –el envés de la trama–, con tal de perseguir ese momento en el que Calibán opta por abandonar la ínsula y atraviesa el océano, dejando su rastro efímero en el mar. Desde luego, no se habla aquí de cualquier huella, sino de una pequeña huella en la inmensidad del Atlántico. Y no se trata de cualquier viaje, sino de un viaje (con regreso o sin él) a Europa, un continente que le ha sido tan familiar a la cultura cubana como difícil la inserción allí de esa propia cultura en toda su complejidad.

II

Cuba es un país con una considerable proporción de exiliados –entre el 15 y el 20% de la población– y, también, con una alta proporción de artistas e intelectuales en el destierro (aquí la estadística crece). Esto ha inducido a algunos a afrontar la cultura cubana como un gran palimpsesto, al decir de Genet, cuyos territorios entreverados abarcan Manhattan y París, Miami o Caracas, Madrid o Berlín. De modo que, digan lo que digan los ideólogos paleoculturales que subordinan la cultura cubana a aquella que está producida exclusivamente en la isla, los cubanos han cancelado el contrato entre cultura nacional –sea esto lo que sea– y territorio.

Se ha perdido el centro. Y no sólo el centro de la cultura producida en la isla, sino también el centro por excelencia dentro del exilio. Las cosas ya no se reducen a la Habana o Miami (que comienzan a operar como espacios centrífugos desde los cuales se escapa la «cubanidad»), sino que se abre un abanico de espacios productores de cultura con raíces o aristas cubanas, desplazadas desde los antiguos núcleos y opuestas, muchas veces, a la determinación territorial de éstos.

Reinventados una y otra vez, estos cubanos se asoman a la aldea global y consiguen lo que no hicieron las guerrillas de los sesenta, años en los cuales la revolución parecía universal. Su mayor experiencia de globalización está, acaso, en estas formas de éxodo. Y son estos modos los que, paradójicamente, consuman (y consumen) el espíritu inicial de la Revolución. De esta manera, la idea de nación, de ciudad, de cualquier modelo de pertenencia, comienza a quebrarse y los cubanos intervienen con mayor o menor protagonismo en el derribo repetido de la frontera entre las dos Américas, las dos Europas, los dos sistemas sociales, las dos orillas del Pacífico o la transgresión continua del Mediterráneo.

En su obra Mundo soñado, Antonio Eligio (Tonel) nos entrega un gran mapamundi construido totalmente con islas de Cuba. La isla, en este mapa, está en todas partes y, por esa misma razón, no está en ninguna.

III

Dominados por La Revolución, La Patria, El Exilio o La Causa, los cubanos han vivido demandados, hasta la saturación, por los grandes problemas (los problemas con mayúscula). Es decir, han vivido frente a la historia. Desde su transterritorialidad, se abre ahora una supervivencia frente a la geografía. De este modo, el arte se convierte en una cartografía que nos permite circunnavegar y entender ese asunto delicado que es el de saber estar en el planeta. Y al revés, se torna al punto fundador del espacio cubano, en el que la geografía –una ciencia bastante despreciada por la modernidad insular– operaba como un arte para morar en el mundo. Así lo entendió Martín Fernández de Enciso, quien en su Suma de Geographia, escrita en el lejano siglo xvi, nos adelantó que la suya era una obra que trataba «largamente del arte del marear».

Así las cosas, se clausura el milenio con otra noción del espacio y de las fronteras cubanas. Sospechando que, al quebrar el férreo contorno de la frontera insular, se desestabiliza la dictadura de la historia sobre la geografía. Y se desestabiliza cualquier otra dictadura, desde el Estado autoritario de la isla hasta el poder oligárquico que ha gobernado al exilio.

Es entonces cuando aparece el concepto de diáspora cubana –aunque Fernando Ortiz ya había clasificado a los cubanos como «aves de paso»– tal como lo entendemos ahora. El término es sin duda apropiado, tanto desde el punto de vista cartográfico, como por el hecho de que logra englobar a los artistas cubanos que salen al mundo, sea o no definitivo su destierro. Hay que admitir, sin embargo, que en el sentido ideológico este término surge precisamente como un maquillaje a otra palabra que al Estado cubano le disgusta en extremo: exilio. Aun así, este concepto nos conduce a una serie de preguntas que están en el límite de la nación, la modernidad y la territorialidad cubanas.

A propósito de esto, Doreet LeVitte-Harten ha recomendado un acercamiento entre artistas de Cuba e Israel; dos países con más de una analogía. Ambos «poseen una ideología de pioneros»; «pueden considerarse como guetos desde el punto de vista geográfico y político»; están rodeados de territorios diferentes u hostiles que les permiten abrazar el sentimiento de «nosotros frente al mundo»; y, como remate estético a estas analogías, está el hecho de que muchos de sus artistas utilizan el cuerpo, no como metáfora o símbolo, sino como una parábola de sus respectivas naciones.

«Ellos se convertían en la tierra del mismo modo que el mapa de Borges se convertía en el territorio.»

Por todo ello, insiste LeVitte-Harten, podrían ser definidos como «artistas somático-políticos». Si varios artistas cubanos no exiliados convierten su cuerpo en la isla, otros artistas del destierro lo convierten en el exilio. O, mejor, en las huellas que el exilio impone sobre su cuerpo. Aquí, el cuerpo –ese lugar donde se inscriben de manera definitiva las experiencias culturales– logra «somatizar» el éxodo.

IV

Todos los exiliados –al menos en el punto inicial de su destierro; en la partida– se convierten en viajeros. Pero no todos los viajeros se convierten en exiliados. Una diferencia fundamental se levanta, como un muro, entre ambos: la posibilidad o imposibilidad del regreso. Además, el exiliado es muchas veces un sujeto que se convierte en viajero contra su voluntad. La historia de un viaje no implica la historia de un exilio, sino la de un tránsito entre la isla y la isla. El exilio, por su parte, nos abre el campo casi infinito de un viaje de distinto grado: habla del tránsito que hay entre la isla y el mundo. Los viajeros navegan de la casa a la casa. Los exiliados se desplazan de la casa a la intemperie. En el primer caso se nos habla de un estatuto distendido y temporal. En el segundo, la temporalidad pasa de ser un eufemismo –regresar «en cuanto se arreglen las cosas»– a una imposibilidad. El exilio no es cosa de tiempo sino de espacios –por fundar, de los que huir, por conquistar– que cancelan la cronología lineal de nuestras vidas.

La relación de los viajeros y los exiliados de la diáspora artística cubana no ha estado exenta de polémicas que han puesto sobre el tapete la diferencia entre los dos estatutos.

También pudiera decirse que, en general, los viajeros comparten las ventajas del patrocinio estatal de la isla y del mercado de arte internacional, y que, en diversa medida, los exiliados pueden llegar a compartir las desventajas de estar fuera de estos dos paraguas.

En 1994, en la revista alternativa Memoria de la Postguerra, fundada por Tania Bruguera y editada en la Habana (y que sólo duró un par de números, dicho sea de paso), algunos criticaron con acritud a sus colegas exiliados y a los modos en que éstos –según ellos– habían insertado su trabajo «outside Cuba». Con sus «concesiones importantes», «tendencias a satisfacer una comercialización de bajo mercado artístico», así como «el paso de los candidatos a mártires que pospusieron el sacrificio urgidos por la llamada de “pasajeros al avión”».

Esta reacción encierra una revancha hacia al exilio tradicional, que siempre se ha atribuido la posibilidad (y el derecho) de hablar por el interior de una cultura a la que sin duda pertenece. Ahora, a contracorriente, los cubanos residentes en la isla hablan en nombre del afuera, incluso de la emigración. En parte porque sus múltiples viajes les han contactado con todo esto. Y en parte por el sentido de representación que, cada vez más, gobierna el arte cubano y que, como lo definió Foucault, no refleja otra cosa que la indignidad de hablar por los otros.

Junto a estas diferencias, viajeros y exiliados acaparan un buen número de coincidencias en estos años que bien se podrían denominar como la era de la fuga generalizada en la cultura y el arte cubanos. Ambos se encuentran en las ferias de arte (Miami, Guadalajara, Madrid), o en las exposiciones conjuntas que levantan las ronchas en la cultura oficial. Ambos consiguen fracturar la idea de una nación apegada al territorio; ambos intentan un distanciamiento de los centros de configuración de la sociedad cubana –Cuba o Miami–. Pero, sobre todo, ambos se encuentran en un punto de fuga, en un perímetro instantáneo, en el que demuestran que la cultura cubana –sea esto lo que sea– hay que configurarla y reproducirla de otra manera.

Sean viajeros o exiliados, los componentes de la diáspora artística cubana expresan un fuerte síntoma de disolución de las ideas sobre la nación cubana. Aún más, la fuga –o éxodo o destierro o viaje– continua de estos artistas, sea temporal o definitiva, sea o no posible el regreso, no oculta el síntoma del malestar generalizado de esa cultura. Porque no se trata solamente de una fuga desde una realidad económica precaria (como suele decir el gobierno cubano), ni de una disidencia exclusivamente política (como acostumbra a decir la jerarquía oficial del exilio). Se trata, ante todo, de un fenómeno de orden cultural bastante dramático. Con esa fuga de lo que Adorno identificó como «la vida dañada», el escape de un tiempo saturado, confiscado por la política y que demanda continuamente a los cubanos una definición ante el proyecto como una definición, también, ante la muerte. (Pensemos en el «Morir por la Patria es vivir», del himno nacional cubano, o los eslóganes que han acompañado a su modernidad: Independencia o Muerte; Patria o Muerte; Socialismo o Muerte.)

Reconozcámoslo: la Revolución universaliza la cultura cubana hasta el punto en que esta cultura se cree el universo mismo. Esa vanidad es el núcleo perverso del nacionalismo: comienza a merodear tanto en su problema que éste, muy pronto, se convierte en el problema. Se intoxica tanto de su mundo, que éste se le convierte en el mundo (pensemos de nuevo en el mapamundi de Mundo soñado). Cuando esto sucede en países pequeños, la actitud es patéticamente provinciana. (Hay cubanos que han llegado a decir, a la altura de 1991, que en su país se produce el mejor arte del mundo.) Pero cuando esto sucede en países más poderosos –cuando se le ocurre a Hitler, por ejemplo–, entonces la universalización del problema nacional (nuestro problema es el problema, nuestro mundo es el mundo) transforma lo patético en trágico y tiene lugar el fascismo.

Siempre he asumido –y no tengo ningún indicio para abandonar esta formulación– que el nacionalismo, en la medida en que se convierte en el problema cubano (como se ha reinventado en la última década) disuelve las diferencias culturales entre los gobernantes de Cuba y los del Exilio. Ambos tienen –discurso ideológico aparte– una misma manera de entender la «cubanidad» y de armar su epistemología. Ambos continúan en la raíz católica de identidad nacional que se nos obliga a asumir hoy día. Ambos tienen la llave maestra para excluir, censurar y expulsar de La Nación.

Hay quien reniega de Fidel Castro en el plano político, pero es incapaz de concebir una posición crítica ante la cultura cubana, que admite y produce arquetipos autoritarios. Esa disidencia no es interesante para mí y, probablemente, tampoco lo sea para gran parte de la llamada «diáspora de los noventa». Ahora bien, localizar la fuga –la propia diáspora– como una condición cubana, que es también una situación global, implica huir de esta trama, salir del hogar a la intemperie, de la isla al mundo, de la aldea al ancho mar.

Después de Fernando Ortiz, hablar de Nación es dar un paso atrás, y regresar a las guaridas del paradigma blanco-criollo-católico-ético. Refugiarse en el último suspiro de la burguesía nacional por conseguir la síntesis de la Nación (desde el «con todos y por el bien de todos», de José Martí hasta la metáfora del ajiaco, el gran potaje con todos los ingredientes, del citado Ortiz).

La Revolución –que excluyó a sus contrarios– abrió la posibilidad de un mundo sin síntesis. Y esta es la gran trampa del regreso al discurso Nación por parte del Estado cubano y de sus intelectuales orgánicos en la actualidad. Implica una síntesis no-revolucionaria, del mismo modo que la Revolución implica una exclusión no-nacional. Esa es la paradoja del malestar de la cultura cubana.

V

Ya en su vejez, cuando a Fernando Ortiz se le preguntaba sobre su salud –«¿cómo está profesor?»–, respondía sencillamente: «aquí; durando». En 1991, cuando a alguien se le hacía en Cuba la misma pregunta, contestaba sin pensarlo dos veces: «aquí; escapando». Estas dos respuestas definen, quizá, la filosofía del nacionalismo y la fuga de ese nacionalismo. La Nación cubana ha alcanzado su clímax en la epistemología de Ortiz, para quien lo importante era, sin duda, «durar». La Nación de la diáspora es una nación en fuga física y cultural donde la supervivencia nos remite, directamente, a un escape. No se trata de la consigna duradera e inmutable de la identidad mayúscula, sino de lo transitorio del viaje, del estatuto móvil de ese «escapar». Es la quiebra de la opción entre los extremos cubanos (Patria o Muerte) para entrar sin lo uno ni lo otro a jugarse el destino en las formas culturales que demanda el nuevo milenio.

Ese escapar constituye, en los años recientes, la mayor experiencia de globalización cultural de los cubanos, quienes se incorporan a las tropas de «últimos hombres», como les ha llamado Sloterdijk, enfrentados a la devaluación más contundente de las ideas históricas de Patria y de Exilio, para reinventarse el país, el destierro, la política, el arte o el orden del mundo. Una globalización en la cual se integran al universo desde las mayores dificultades, pero con la libertad de tener –como advertía Shakespeare en La Tempestad– «sitio para maniobrar».

En su libro Deseo de ser piel roja, Miguel Morey explica que el Nuevo Orden Mundial está regido por dos modelos de confinamiento y reclusión: las reservas de indios pieles rojas y los campos de concentración. De modo que no debemos solazarnos en la ingenua percepción de que vivimos un «después de Auschwitz», porque Auschwitz no se ha ido. Está aquí y «puebla hoy la tierra entera». Morey adelanta que en un mundo como éste hay una patria posible, y se llama Fuga. Otro libro reciente, En el mismo barco, de Peter Sloterdijk, considera que en los territorios elegidos después de la Patria y otras pertenencias, queda sellada una posibilidad fundadora de nuestra época.

«Estas islas sociales o balsas volverán a ser lugares de nacimiento de características psicoculturales que un día producirán efectos mundiales.»

Si todo lo anterior fuera mínimamente posible, estos cubanos que habitan en el territorio del éxodo y del viaje, en el envés de la trama del Calibán insular, navegarán como argonautas de otro sistema cultural, cubano y posnacional, insular y mundial, cuyo arte consistirá en activar la fuga como un modo diferente de vivir y reproducir la cultura, la sociedad y los propios hombres. Tripulantes a la caza de la próxima orilla, listos para engrosar la cultura maltrecha, pero distinta, de esos sujetos que Hugo de Saint-Victor previó que rozaban la perfección: aquellos para los que «el mundo entero es como una tierra extranjera».

Tomado del libro Cubantropía, Iván de la Nuez, Editorial Periférica, 2020.

(«El destierro de Calibán» fue escrito para la exposición colectiva Memoria de un viaje, comisariada por Manuel García, en Valencia, 1996. La revista Encuentro de la Cultura cubana publicó una versión más ensayística, que es la que aparece en este libro)

 

miércoles, 20 de enero de 2021

DEMOCRATIA @ Cowry Art Studio


 Cowry Art Studio is pleased to present the DEMOCRATIA exhibition -Latin, of Ancient Greek δημοκρᾰτᾰ; (democracy, popular government). δῆμος (démos), people and κράτος (krátos), power; in which 11 Miami artists reflect on the pressing topic.

The ancient Roman Republic’s distribution of power, its political decision making and its transfiguration into an empire has frequently come to mind during the last 4 years, making us reflect, in a deeper way than usual, on the essence of Democracy, that complex and fragile apparatus so often taken for granted in the United States of America. 

Artists Luisa Basnuevo, Pip Brant, Randy Burman, Sebas Elizondo, Rosa Naday Garmendía, Carl Juste, Rafael López-Ramos, Emilio Martínez, Natasha Perdomo, Fabián Peña and Sandra Ramos analyze in their works the polarazing dicotomies and processes that threaten the balance of our political structures, or contribute to the serious social and ecological scenario our planet faces today. Each artist addresses these pressing issues through their personal concept and artistic language and from a perspective that considers the People as the main legitimacy source for all powers.

The exhibition will run from January 18 to February 20, 2021, at Cowry Art Studio, North Miami. For in person visits, make appointment through cowryartstudio@gmail.com, and virtually viewing at www.cowryartstudio.com/democratia.

lunes, 23 de noviembre de 2020

FLASHBACK: Rafael López-Ramos

(English version follows)

Cowry Art Studio se complace en presentar una selección de obras de diferentes etapas de la carrera artística de López-Ramos a lo largo de 40 años, desde su primera exposición personal (Muestra ecléctica, Galería 10 de Octubre, La Habana) en diciembre de 1980. Esta incluye varias obras de los años 80 y 90, otras creadas durante su etapa de residencia en Canadá (1997-2006), y las series posteriores que creó en Miami: Mirroring Nature (2007-2010), Wonderland (2011-2014) y Aporías (2014- 2017).

 Descartamos el concepto de “retrospectiva”, ya que no se trata de una recopilación exhaustiva de obras prestadas por colecciones privadas, sino de una compuesta únicamente por piezas de la colección del artista, lo que nos ahorra el engorroso proceso de contratos de préstamo y envío de obras de arte desde diferentes ciudades y países.

Se publicará un catálogo digital de la exposición reproduciendo todas las obras, y una selección de ensayos y reseñas sobre las mismas, además de un texto introductorio escrito ad hoc para esta publicación, que será la primera documentación extensa de la obra de López-Ramos.
La exhibición abrirá del 1 de diciembre de 2020 hasta el 1 de enero de 2021, en Cowry Art Studio, North Miami. Para visitas presenciales coordinar cita a través de contemporarymiamiart@gmail.com, y ver virtualmente en www.lopezramos.info/flashback.

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Cowry Art Studio is pleased to present an exhibition of selected works from different stages of López-Ramos' artistic practice through 40 years, since his first solo show (Muestra ecléctica, Galería 10 de Octubre, Havana) on December 1980. It includes several works from the 80s and 90s, other created during the period he resided in Canada (1997-2006), and the subsequent series he made in Miami: Mirroring Nature (2007-2010), Wonderland (2011-2014), and Aporias (2014-2017).

We fended off the “retrospective” label, as this is not an exhaustive compilation of works loaned from private collections, but one only comprising pieces in the artist's collection, which saved us the cumbersome process of loan agreements and shipping of artworks from different cities and countries.

A digital catalog of the exhibition will be published reproducing all artworks, and a selection of essays and reviews about them, plus an introductory text written ad hoc for this publication, which will be the first extensive documentation of López-Ramos work.

The show will run from December 1st 2020 to January 1st 2021, at Cowry Art Studio, North Miami. Visits by appointment at contemporarymiamiart@gmail.com, and virtually viewing at www.lopezramos.info/flashback.


domingo, 22 de marzo de 2020

Cowry Art Studio opens the 1st Miami Contemporary Small Format Art Exhibition, presenting 35 artists from different States of the USA







North Miami, FL - Cowry Art Studio opens the 1st Miami Contemporary Small
Format Art Exhibition
that will be available for public view, only by appointment,
from March 21st to April 25th, 2020, and also through a catalog and store online, where
artworks could be safely purchased from home.

Small format art from American (or America based) artists seems to be a perfect
curatorial concept for a show at an independent space of modest proportions like Cowry
Art Studio
, even when the current pandemic situation has turned it into a true challenge.
We all certainly are “living in interesting times”, but the great and diverse selection of
works that make up this exhibition may help us heal, in every sense, through the power
and beauty of art, while making this moment somehow enjoyable, and unforgettable in
the best way.

Participating artists:
Maria Ayub, Wildalys Class, Larry Davis, Sebastian Elizondo, Miriam Esteve,
Helena Faitelson, Daniel Fiorda, Jonathan Fisher, Carol Flaitz, Genesis Florentino,
Jaime Fournier, Danny Glass, Ronald Gonzalez, Chalda Maloff, Catherine Mapp,
Beth McCoy, Bruno Paz, Moises Ramos, Kelly Reilly, Jesus Rivera, Candida
Rodriguez, Helen Roeten, Agustin Rolando Rojas, Karen Ross, Ken Schuck, Maya
Sokovic, Mario Sostre, Priti Srivastava, Runcie Tatnall, Eliseo Valdes, Cristina
Villamil, Gail Watkins, Cathy Wester, Jenny Wu, Alla Zareva.


Curators: Natasha Perdomo / Rafael Lopez-Ramos

Where: Cowry Art Studio and http://www.miamicontemporary-art.com/__store.html
Exhibition runs from March 21st to April 25th, 2020 –to visit please make an
appointment by email contemporarymiamiart@gmail.com

domingo, 5 de enero de 2020

1st MIAMI CONTEMPORARY Small format ART EXHIBITION (call for artists)


Since 2002 Art Basel Miami Beach, and other 18 collateral art fairs presenting more than a thousand art galleries from around the world, have drawn scores of art lovers and collectors to Miami, which is getting closer to become a real “art scene”. Is in this auspicious context that the 1st Miami Contemporary Small Format Exhibition will take place, hosted by Cowry Art Studio, (in downtown North Miami, 3 blocks from the Museum of Contemporary Art), and slated to be opening during the last week of March 2020.
- This call is open to all emerging, mid-career, and established artists, over 18 years old, residing in the USA, and working within any style, media or concept of art; being the highest standard of virtuosity, and creativity the main curatorial criterion to be applied when selecting the artworks. The call will be open for submissions from January 6th to February 16th, and the exhibition will be curated by artist and critic Rafael López-Ramos, and artist Natasha Perdomo.
- Only bi-dimensional works will be accepted (Painting, Drawing, Printmaking, Photography, Collage, Mixed media), which should be no larger than 14 inches on any of its sides, had been created during the last 3 years, and not previously exhibited in the Greater Miami Area.
- Each artist may submit up to 5 artworks, with a $25.00 non-refundable entry fee for the first image and $5.00 for each additional image. Payable by Paypal or credit card. Deadline for submissions is February 16th, 2020.
- Submissions and payments are to be made by uploading high resolution digital images (one per proposed work), but not bigger than 2 MB each, through this page. Please name each file image with a number and prepare a text file listing all your artworks data in the following order: 1- Artist Name, Artwork Title, Year of creation, Media, Measurements.
- Artists whose works were selected for exhibition will be notified by email with enough time to prepare them for shipping or make delivery arrangements prior to the exhibit date. The final results and list of exhibitors will be announced by February 19th, 2020.
- When received each selected artworks must match the image submitted by the artist, otherwise the entry will be disqualified and excluded from the show. No substitutions accepted.
- Selected artworks must be sent framed and ready to hang. Works on canvas can be just stretched and stapled on the back. For works on paper that requires glass protection please use plexiglass instead to minimize the risk of damage, which would be full responsibility of the artist. The frame must not exceed the artwork size more than 1 inch, so please avoid the use of mats.
- All shipments must include a prepaid UPS, FEDEX or US Postal Service return label (USPS stamps will not be accepted), and should be properly bubble wrap protected, and shipped in a container suitable to re-use for return shipping. A fresh corrugated cardboard box will be good.
- All exhibited artworks will be posted in a dedicated page of our website, with a short bio and personal photo of each artist. The event and participant artists is also expected to receive ample coverage in social media, local magazines and news outlets.
- A 30% commission will be charged on all exhibition sales -70% share for the artist, will be provided within 30 days after the exhibit concludes and receipt of full payment from buyer. Payments will be made preferably by Paypal, or Bank transfer, check, etc if necessary.
- For any questions or further clarification please write to contemporarymiamiart@gmail.com

domingo, 9 de junio de 2019

A la memoria de José Gómez Sicre en su centenario



"Aprovechando el centenario de su nacimiento (1916-1991), y con la intención de recuperarlo del encasillamiento y la minimización de la que ha sido objeto, este libro se propone alumbrar ese oscuro pozo en el que se ha arrojado la imagen y obra del curador y promotor cultural de origen cubano José Gómez Sicre. Este cuaderno, que historia casi veinticinco años de sostenido trabajo crítico y curatorial de JGS, compila cuatro textos de cuatro autores, que se ordenan desde un supuesto orden cronológico en la actividad del crítico y curador cubano. El primer ensayo (“Pintura Cubana de Hoy, el histórico libro de JGS”, por José Ramón Alonso Lorea) es un estudio histórico y deconstructivo del antológico libro en su contexto; el segundo (“JGS: más allá del MoMA”, por Roberto Cobas Amate) es un amplio y muy documentado recorrido de su labor cultural. El tercer texto (“JGS y su idea del Arte Latinoamericano”, por Alejandro Anreus) es una sintética y precisa introducción sobre la influencia de Sicre en el Arte Latinoamericano; y el cuarto ensayo (“Una trama escondida: la OEA y las participaciones latinoamericanas en las primeras cinco Bienales de São Paulo”, por Alessandro Armato) es un espléndido texto basado en información de archivo que relaciona el rol de JGS en el contexto de estas bienales. Los cuatro textos, además de dialogar entre ellos, con puntos de confluencias y matizaciones no siempre coincidentes, se hacen acompañar de numerosa ilustración documental que brinda apoyo convincente y sostenido a lo narrado." (...)

José Ramón Alonso Lorea. Miami, dic. 2016

http://www.estudiosculturales2003.es/libros/CentenarioJoseGomezSicre1916-2016-EECC2016.pdf

viernes, 5 de octubre de 2018

Malditos de la postguerra @ Aglutinador



Curaduría: Sandra Ceballos
Período de exhibiciones: 2016-2018
Espacio Aglutinador

Malditos de la postguerra (MPG) fue un programa de exhibiciones en donde me propuse hacernos un homenaje.
Se trata de un grupo (pues me fue absolutamente imposible, en el limitado tiempo, presupuesto y pequeño espacio de acción, abarcar a todos los que deberían estar) de artistas visuales cubanos, vivos o muertos, exiliados o no, que, a lo largo de varias décadas hayamos sufrido, de diversas maneras, el trauma de la censura, las críticas destructivas y punzantes (impresas y verbales, expuestas y ocultas), la represión, las amenazas, el chantaje, el apartamiento y el olvido calculado como estrategia correctiva.


Ésta fue una manera de extraer de las catacumbas, nombres disonantes, sucesos y obras de artistas (algunos fallecidos) que han sido (unos parcial y otros totalmente) abortados de la historia isleña del Arte Cubano, de los grandes eventos-memoria o lo mejor del arte contemporáneo cubano, realizados por curadores y artistas oficiales en instituciones cubanas y foráneas, en donde siempre se encontrarán expuestos los mismos nombres.


MPG se propone una reconstrucción de una parte de la historia de la cultura cubana que no ha sido casi promulgada, de la que no se habla y sobre la que no se publican vastos textos en tabloides ni libros, catálogos, periódicos, gacetas, blogs, o revistas culturales dentro de la Isla; tristes escenarios del pasado, dentro de los cuáles sólo quedó el espíritu de las acciones, impresas sobre el espacio, que algunos tratan de borrar y transferirlas (conscientemente) hacia el pragmatismo axiomático de la amnesia intencionada, pero, por suerte existimos esas Mentes Peligrosas, escudriñadoras que resucitan entidades que emergen dentro y fuera de algo, que auscultan los conductos de la memoria y sienten las palpitaciones de una presencia, que de repente revienta por justa causa (como el desorden natural de un cadáver que ha sido enterrado dentro de una pared) descubriendo ante el oscurantismo inquisidor de los jerarcas desmemoriados, esas manchas que revelan realidades tangibles, irrefutables y permanentes.


El evento comenzó en el 2016 con:
"1988, Proyecto G" con, Juan Sí González

Continuó con:
"OmniZonaFranca, un Arte necesario" con, Amaury Pacheco y su colectivo.

"Crónicas y evidencias" con, Ángel Delgado y Alberto Casado.

"Desde las catacumbas" con, Jesús González de Armas, el pintor y maestro Heriberto Manero, Chago Armada, Guido Llinás, Manuel Vidal.

"Resistiendo al desalojo" con, Antonia Eiríz, Ezequiel Suárez y Tania Bruguera.


Por último y como clausura del evento:
"Exilio, outside, pero inside too" con, Maite Díaz González, Umberto Peña, Samuel Riera, Carlos Martiel, Eduardo Zarza, Rafael Zarza, Hamlet Lavastida, Rodolfo Peraza, Carlos Rodríguez Cárdenas, Nadal Antelmo, Vladimir Llaguno, Elvis Céllez, Ernesto Leal, Luis Trápaga, Luis Manuel Otero, José Ángel Vincench, Jesús Hdez-Güero, Ítalo Expósito, Énfori García, René Quintana, Eduardo Marín, Ana Olema, Fernando Ruiz, Alejandro López, Rafael López Ramos y yo, Sandra Ceballos.






 


Entrevistas y textos para el catálogo a cargo de:
Iván de la Nuez, Coco Fusco, Yanelys Núñez, Orlando Hernández, Paco Barragán, Magaly Espinosa, Maite Díaz González, Gerardo Mosquera, Alejandro Valdés, Chago Armada y Sandra Ceballos.

ESPERAMOS QUE DENTRO DE UNOS AÑOS LAS FUTURAS GENERACIONES NO TENGAN QUE -EJERCIENDO LA JUSTICIA DESDE LA CLANDESTINIDAD- REALIZAR OTRO, MALDITOS DE LA POSTGUERRA.

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El Destierro de Calibán, por Iván de la Nuez

    El Destierro de Calibán Iván de la Nuez 1996 I «Los cubanos harían bien en ser afrancesados .» Así habló Sartre. Fu...